TIJUANA.- “Todavía parece que fue ayer, cuando me
despedí de mis amigos allá en Isla Blanca, recuerda con nostalgia
mientras sonríe el joven Alan Omar Hernández de 28 años de edad, oriundo
de la ciudad de México, y que actualmente reside en Cancún, Quintana
Roo, lugar donde se mantiene y sortea su vida gracias a sus trabajos
como cocinero y bar tender. Con una licenciatura en trabajo
social bajo su nombre, Alan ha dedicado su vida a vivirla de forma
sustentable, cuidando el medio ambiente, reciclando y expresando su
interés por conservarle…pero lo que en verdad inspira a “San Alancillo”
(como le llaman sus amigos), es rodar en su bicicleta.
Su corazón aventurero es su motor. Lo hace llevando ese mensaje de
preservación ambiental. “Los pedales no emanan humo, mucho menos
despiden contaminantes al medio ambiente”, cometa con certeza, fiel
representante de la “Embajada Mexicana de la Bicicleta” (organismo
altruista de ciclismo). Alan ha recorrido miles y miles de kilómetros
por Colombia, Uruguay, Belice y otros países de Sudamérica, así como
gran parte de nuestro país, alentado por sus amigos de altruismo urbano.
En
esta ocasión decidió rodar en su ´bici´ más de 6 mil Kilómetros para
recorrer la nación y llegar hasta la ciudad fronteriza de Tijuana. El
gusto y la satisfacción al cruzar por debajo del Arco Monumental es
grande, pues representa solo la mitad de su gran travesía; su convicción
de trotamundos le regala el aliento suficiente para planificar
y emprender el camino de regreso. En su recorrido por los 14 estados a
su paso, pudo ver lo grande y noble de miles de personas que le
acobijaron, los días de agobio y la combinación de esos amaneceres de
hermosos parajes, no se comparan con las ganas seguir llevando su
mensaje a través del país.
Su trayecto se convierte más glorioso al aseverar que esos 6 mil
kilómetros los recorrió pedaleando con la misma cadena y más aun sin
sufrir alguna pinchadura las llantas. A bordo de su bicicleta lleva más
que los sueños de un verdadero aventurero, solo lo necesario para
soportar las inclemencias del tiempo y una mochila cargada de sueños y
anhelos de hacer un mundo mejor.
Es
en esta ocasión que este personaje de la ruta Tijuana tira el ancla de
su amado velocípedo, para dormir en los cálidos brazos de nuestra
Tijuana y aunque su estancia por esta frontera sea tan solo de paso, el
joven “San Alancillo” nos traza una ruta extraordinaria llena de
tenacidad, perseverancia y una profunda inspiración, que invita a no
dejar en el limbo nuestros sueños y continuar en esa búsqueda interior
que permanece, muchas veces dormida, en cada uno de nosotros.
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